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Anécdota de un habeas data y un olivo

Publicado: 2013-02-13

Si tuvieran frente a ustedes a estudiantes universitarios y tuvieran que hablarles de la temática ambiental, sensibilizarlos y estos exigieran una anécdota graciosa con la cual quedar enganchados... ¿qué les narrarían? Estas son mis anécdotas favoritas.

Habeas Data

La primera acción de habeas data, acción constitucional que sirve de recurso para la fiscalización y la investigación en el periodismo, con resolución de la Corte Suprema fue por un motivo ambiental. Fue planteada por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) cuando se le solicitó al Ministerio de Energía y Minas información, respecto a los derrames producidos por la Compañía Aurifera Retama en Mushmush, que causara la muerte de 8 hombres y contaminara gravemente los bosques y cultivos.

Fue una anécdota narrada durante el Seminario “El ABC del derecho ambiental”. El entonces Director Ejecutivo del SPDA, Manuel Pulgar-Vidal, actual Ministro del Ambiente,  soltó entre risas: “¿Y saben lo que contesto el Ministerio? El derecho de acceso a la información es un derecho, no del ciudadano para pedir información a la autoridad sino de la autoridad para pedirle información al ciudadano”. El juicio obviamente lo ganó la asociación civil SPDA.

Otro caso importante del uso de la Acción de Hábeas Data fue cuando el Instituto de Defensa Legal del Ambiente y del Desarrollo Sostenible (IDLADS) y la ONG Derecho Ambiente y Recursos Naturales (DAR) interpusieron la demanda para tener acceso al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto de Central Hidroeléctrica Inambari, el cual fue puesto al conocimiento de la opinión pública.

Sementeras de un santo

Virreinato, pleno siglo XVI: en aquella época existía la hacienda Limatambo, una enorme finca perteneciente a la orden dominica donde funcionaba un hospital de indios. Se dice que San Martín de Porres pasaba buena parte de su tiempo visitándo este hospital para ayudar a cuanto necesitado de la gracia de Dios hubiese. El lego ayudó a plantar buena parte de la hacienda que hoy perdura como el gran parque El Olivar de San Isidro, una de las tantas sementeras o tierras de siembra donde el santo esparció vegetación.

Según Juan Vásquez de Parra, amigo y colaborador del santo de la escoba, y José Manuel Valdés, biógrafo del mismo, relatan que este propagaba el olivar a través de estacas o codos. Hoy en día, aún se puede encontrar algunos de estos longevos olivos que pueden llegar hasta los 1500 años. Muchas parejas recién casadas se toman fotos por la belleza del parque sin saber que es un lugar bendecido por la mano de Dios.


Escrito por

AleM2287

Bachiller de Ciencias de la Comunicación, activista ambiental y ciclista de corazón, fotógrafo y por tiempos diagramador, blogero y crítico


Publicado en

Vientos verdes

El lado verde de la mula, porque después de todo lo visto en documentales y diarios aún tienes dudas