Belice: Riqueza en cifras rojas
o La necesidad de más santuarios naturales en Centroamérica
"Así como este santuario de vida salvaje, en Belice figuran otras áreas protegidas para conservar babuinos, jaguares, cocodrilos y aves, y todas sus especies animales, ya que no solo es un país donde predomina el turismo ecológico y científico, sino también la caza ilegal"
El Santuario de Vida Salvaje de Spanish Creek (SCWS por sus siglas en inglés), se ubica en Belice, al sur de México, y fue declarado el 8 de julio de 2002. Si bien esta área protegida abarca una superficie promedio de 6 mil hectáreas de bosques tropicales típicos de América Central, a diferencia de otras reservas, Spanish Creek mantiene un gran porcentaje de su cubierta forestal con un 72%.
La reserva que fuera iniciada y organizada por los pobladores de la ciudad de Rancho Dolores, tuvo recién el apoyo del gobierno en 1998, cuando las comunidades aledañas empezaron a amenazar la zona con la excesiva caza y tala, que pudo acabar con la vida en este bello paraje.
El éxito de su conservación ha impulsado el optimismo de los beliceños, pues el turismo que se genera en la zona ha ido en aumento. Se estima que el 18% del PBI de Belice proviene del turismo.
Ante la falta de documentación sobre la biodiversidad de la zona, el Rancho Dolores de Medio Ambiente y el Grupo de Desarrollo (RDEDG), actualmente tiene un acuerdo de co-manejo para el santuario con el Departamento Forestal, con lo que se busca llevar a cabo una adecuada Evaluación Ecológica Rápida (REA, por sus siglas en inglés).
Un santuario rico en especies
En cuanto al ecosistema de la reserva, la flora o los diversos tipos de vegetación presentes dentro de los límites del parque han sido identificados y se prepararon muestras de especímenes para herbarios. Los resultaron fueron la identificación de 219 especies de plantas, destacando la presencia de violetas y del árbol Christiana Africana, propio de África y Brasil. Entre las especies vulnerables que figuran en la lista roja de la UICN (2001) figura la caoba o Swietenia macrophylla.
La zona posee una cantidad innumerable de moluscos, debido a la humedad de sus bosques. En el caso de los peces, se registra un total de 25 especies, entre las que destaca la tilapia.
Sangre fría
Los anfibios resultan difíciles de evaluar, a pesar de ser controlados en los lugares de reproducción durante la época de la actividad de apareamiento. Fuera de esos meses, es casi imposible tan amplio monitoreo de anfibios y todo depende de las observaciones oportunas, como en el caso de los reptiles.
El número de anfibios pues, es muy pequeño. Actualmente solo hay 2 especies registradas: La rana vaillanti y las llamadas de ranas arbóreas de ojos rojos (Agalychnis callidryas). De los reptiles, el cocodrilo más común de los ríos es el Moreleto. Otros reptiles son el Hickatee Dermatemys mawii, que sigue apareciendo como en situación de peligro (UICN 2001), y la iguana verde.
La presión de la caza ilegal
Si bien se conocen unas 223 especies de aves ya identificadas, el Rancho Dolores de Medio Ambiente y el Grupo de Desarrollo (RDEDG) mantiene su propia lista de especies, que contiene unas 25 sin mucho estudio. Entre ellas destacan la Amazona oratrix o loro cabeza amarilla, que también figura en la lista roja de la UICN. Junto a ella está el Crax rubra o Curassow grande, que figura como un ave de bajo Riesgo o casi amenazada. Mientras que el loro cabeza amarilla no es un probable residente del santuario, el Curassow es ciertamente residente pero resulta muy raro verlo debido a la presión de cazadores furtivos.
Muchos de los mamíferos de la zona peligran. Entre los que figuran en el libro rojo de la UICN están: el mono negro aullador, antílope (Mazama americana), el tapir, los coatí, la nutria de río (Lontra longicaudis), entre otros. Muchos de los animales mencionados figuran en registros de avistamientos, pero cada vez son más difíciles de hayar. Casos como el del ocelote (Leopardus pardalis), el puma (Puma concolor) y el jaguar (Panthera onca) figuran en el libro como "casi amenazados". Esto se debe a la constante caza, que muchas veces deja descaradas huellas de vehículos en la selva, como si fueran rutas o caminos establecidos.
Así como este santuario de vida salvaje, en Belice figuran otras áreas protegidas para conservar babuinos, jaguares, cocodrilos y aves, y todas sus especies animales, ya que no solo es un país donde predomina el turismo ecológico y científico, sino también la caza ilegal por parte de su peor enemigo y único protector, el ser humano.