En busca de la conservación de la Vicuña
o Una triste historia por sobrevivir
El animal más coqueto y de pestañas más largas del altiplano andino es el mismo cuya fibra de lana es considerada la más fina del mundo. Hablamos de la vicuña, una de las cuatro especies de camélidos de las altiplanicies junto a los guanacos, llamas y alpacas, y también la más pequeña.
La vicuña que se adaptó con facilidad a la Puna, esa región de la Cordillera de los Andes tipo meseta de alta montaña, fue una especie que estuvo en peligro de extinción a principios de la década de 1960-1970 con unos cuantos miles de ejemplares en países como Bolivia y Perú. Esta situación no se debió a una plaga, ni la destrucción de su hábitat o la falta de alimento, sino a la caza furtiva.
Riqueza ancestral
La vicuña es una de las especies más representativas de la fauna latinoamericana y ha tenido a lo largo de nuestra historia un importante rol entre las poblaciones altoandinas. Fue a través del chaccu o rodeo que los incas las domesticaron, ya que las capturaban cada cuatro años para esquilarlas y obtener su magnífica piel, así como alimentarse de su carne.
Este animal fue tan valioso que muchos otros como zorros y pumas eran considerados dañinos, al punto de ser eliminados. Otra manera de asegurar la supervivencia de las vicuñas fue soltar algunas de las domesticadas para garantizar su reproducción, como cuenta el cronista Garcilaso de la Vega en su libro Comentarios Reales de los Incas.
Iniciativas de Conservación
A lo largo de los años, se gestionaron múltiples disposiciones legales promulgadas para garantizar su conservación, pero se siguió cazando vicuñas sin límite ni control hasta que la especie estuvo en real peligro de extinción por la codicia de su lana. Como el gobierno y organismos internacionales no lograban generar un cambio al respecto, varios activistas ilustres iniciaron una serie de gestiones.
Era 1967 cuando el conservacionista Felipe Benavides Barreda y los ingenieros Flavio Bazán Peralta y Benjamín Almanza Ocampo, con el auspicio de organismos internacionales, establecieron la primera área protegida dedicada a la conservación es esta especie, la Reserva Nacional de Pampa Galeras. El Ministerio de Agricultura y la Cooperación Técnica de la República Federal Alemana trabajaron en conjunto diez años en Pampa Galeras junto a expertos como los doctores Rudolf Hofman y Kai Otte, lo que resultó en el incremento de la población de vicuñas para la década de 1970.
Ante el incremento drástico de la población, Felipe Benavides, por entonces presidente de la Asociación Pro-Defensa de la Naturaleza (PRODENA), recomienda en 1974 comenzar el traslado de los excedentes poblacionales al distinguido técnico alemán Rudolf Hofman. No es hasta la "Segunda Convención Internacional sobre Camélidos Americanos" (1975) que varios especialistas comentan esta iniciativa al Ing. Mauricio de Romaña, gerente de la Asociación de Criaderos de Alpacas del Perú. Este acogió la iniciativa y se sumo a los esfuerzos de construir una nueva Reserva Nacional con posibilidades para el desarrollo turístico.
El nacimiento de Aguada Blanca
El conservacionista Wilfredo Perez la describe así: "las caídas de aguas de los volcanes de la zona, inspiraron una poesía arequipeña, allí se origina el nombre de Aguada Blanca". Fue así que las autoridades y varias agrupaciones relacionadas solicitaron que se declare como reserva nacional la zona de Aguada Blanca, una extensa región de las pampas arequipeñas donde habitaban huanacos, tarucas e infinidad de aves migratorias.
Se elaboraron los planes del proyecto, se realizaron los estudios requeridos y se movilizaron varios ejemplares con apoyo de las autoridades correspondientes. Era evidente que el aumento considerable de las vicuñas y la iniciativa conservacionista obligó al gobierno a declarar otras reservas. Fue así que el 9 de agosto de 1979 se estableció mediante decreto supremo la Reserva Nacional de Aguada Blanca, ubicada entre los departamentos de Arequipa y Moquegua.
El desarrollo de la reserva se promovió desde entonces, colaborando la Universidad Nacional de San Agustín y la Universidad Católica. Posteriormente se construyó el primer puesto de vigilancia en Patahuasi y se auspiciaron numerosas giras con técnicos y especialistas extranjeros que aportaron con diversos estudios, concretándose su importancia como área natural y fomentando su potencial turístico.
Potencial alternativo
Como ya se mencionó, el principal peligro que se ejerce sobre la vicuña es la caza furtiva indiscriminada que obedece a la demanda de su valiosa fibra, que en el mercado negro se cotiza por encima de los 300 y 500 dólares el kilo. El metro de tela en varias zonas del mundo puede llegar a varios miles de dólares.
Ante la posibilidad de incorporar a la economía campesina el aprovechamiento de su fauna fibra e impulsar con mayor fuerza su protección por las comunidades aledañas a las reservas, la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestre (CITES) aprueba el inicio conjunto con los países miembros del Convenio para la Conservación y Manejo de la Vicuña (Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador y Perú) la producción y comercialización de telas de vicuña, provenientes de la esquila en vivo.,
Estando nuestras poblaciones altoandinas vinculadas históricamente al manejo de recursos naturales como la vicuña, esta iniciativa tuvo una especial relevancia para el Perú. A tal punto que en la Asamblea de CITES, celebrada en Canadá en julio de 1987, nuestro país recibió el respaldo unánime de las 96 naciones participantes para concretar la producción y comercialización de las telas de vicuña.
Un grave atentado
Entre 1978 y 1980 se realizó la matanza de 8 mil vicuñas en la Reserva Nacional de Pampa Galeras, establecida en la provincia de Lucanas (Ayacucho), siendo el 39% hembras preñadas. El argumento para tamaño atentado fue la sobrepoblación de vicuñas que consumían demasiado pasto de la zona. Por lo tanto, las autoridades se alegaron que era necesario eliminar el "excedente" para evitar la muerte por estrés.
La Cámara de Diputados, aún existente en 1981, constituyó una Comisión Investigadora dela Conservación y Saca de la Vicuña, a solicitud de las comunidades campesinas. La comisión llegó a la conclusión de que el proyecto fue conducido en forma desorganizada e inoperante, ya que se pudo trasladar a las vicuñas excedentes a otras áreas de pastoreo. La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad el dictamen el 27 de noviembre de 1985 para que se efectuasen los descargos correspondientes y las denuncias pertinentes.
El escándalo de la muerte innecesaria de las vicuñas renació cuando en febrero de 1987, el Senado de la República recibió el informe del sector Agricultura en el que se exoneraba de responsabilidad a todas las autoridades involucradas en la ejecución de la saca de Pampa Galeras.
Golpe tras golpe
Por si fuera poco, previo a la matanza de vicuñas se produjó el asesinato de varios guardaparques de Pampa Galeras en 1985. El macabro hecho demostró que los cuidadores no tenían la suficiente preparación ni el equipo necesario para su buen desempeño, reflejando el estado de negligencia por parte del gobierno. Manejar la reserva, que por entonces era de más de 517 mil hectáreas, se hacía dificultoso para las 10 comunidades campesinas de Lucanas con el poco presupuesto que les otorgaba el gobierno.
Un hecho más remeció a todo el país a los pocos años: la conservacionista y periodista del diario El Comercio Bárbara D´Achille, fue asesinada por el grupo terrorista Sendero Luminoso el 31 de mayo de 1989, en Huarmicocha (Huancavelica). No fue hasta el 15 de abril de 1993, mediante decreto supremo, que se modifica el nombre como Reserva Nacional Pampa Galeras-Bárbara D´Achille, en memoria a la periodista.
Se necesita avances
El 19 de abril de 2009, el Diario El Comercio le rindió homenaje a Felipe Benavides y Bárbara d´Achille por el Día Internacional de la Tierra, quienes fueran colaboradores y redactaran en la desaparecida sección de Ecología del diario con notas ambientales. Ese mismo año, en el marco del II Congreso Nacional de Criadores de Camélidos Domésticos, el Ministerio de Agricultura da a conocer la creación de una unidad especializada en camélidos para combatir la caza furtiva de estos animales, pero en 2010 cazadores furtivos mataron a cientos de vicuñas en Ayacucho.
Por eso, cercanos a la COP20 habría que reflexionar a nlas vidas que se dedicaron a proteger no solo un gran recurso sino una animal que nos identifica. El gobierno debe invertir en las Áreas Naturales Protegidas (ANP), así como la Policía Verde y recordarle a los peruanos el valor de este lindo animalito.
A pesar de los obstáculos y maquinaciones que hubo (hay y habrán) detrás de la conservación de las vicuñas en nuestro país, en las reservas se continúa con la ardua labor de proteger uno de los principales recursos naturales de nuestro país.