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Foto: VeoVerde

Santidad color verde

o la cercanía de los santos con la naturaleza

Publicado: 2015-08-02
A propósito de la encíclica "Laudato sí" del Papa Panchito I, existen tantas anécdotas incríbles sobre santos que fueron amigos de animales que resulta sorprendente que recién se hable del enfoque ambiental en la Iglesia. Es por ello que esperamos disfruten algunas de aquellas historias que pasaron a la posteridad.

pintura murillo - arte barroco español

Una historia poco conocida es la de San Francisco Solano, quien en una ocasión acudió al llamado de auxilio de unos pueblerinos pues un animal feroz había escapado de un rodeo. El santo se acercó al toro, le calmó y lo jaló con el cordón de su hábito hasta su corral mientras el animal le lamía las manos mansamente.
Mezclado con leyendas medievales se cuenta la historia de Egidio Abad o San Gil, quien se había apartado a una cueva para vivir en meditación como ermitaño y se alimentaba de la leche de una cierva. Un día, un rey salió de caza tras la cierva que se refugió en la cueva del santo. Este la protegió con sus oraciones y los perros de caza del rey no pudieron encontrar su rastro. Esto sucedió en varias ocasiones y nadie dió con la gruta del santo hasta una oportunidad en que un arquero del rey disparó una flecha al azar. Al ir a buscarla dieron con el santo herido y a sus pies la cierva. San Gil convirtió al rey al cristianismo y este le levantó una abadía.

Inscritos en la medalla, la serpiente y el cuervo

San Benito de Abad es conocido por sus reglas para la vida monástica, su medalla para los exorcismos pero pocas veces se habla de sus milagros principales: unos monjes que vivían de mala forma nombraron a Benito de Nursia líder de su congregación pero cuando este los obligó a vivir humildemente bajo sus reglas, quisieron deshacerse de él envenenándolo. Cuando Benito bendijo el vino, el veneno tomó cuerpo de serpiente y salió reptando de la copa. En otra oportunidad, un hermano que le tenía envidia, envenenó una hogaza de pan pero un cuervo (amigo suyo) entró y arrebató el pan para lanzarlo lejos.
Cuenta la tradición de que San Francisco Javier se dirigía a las islas Molucas (Indonesia) con el fin de predicar, pero en el camino una tormenta amenazó con hundir la embarcación en la que iba. Francisco Javier toma un cordón y una cruz que lanzó al agua mientras oraba. La tempestad se calmó pero el cordón se rompió, hundiendose con la cruz. Cuando por fin el santo llegó a tierra firme, un cangrejo salió de las aguas a la playa llevando su crucifijo entre sus pinzas.
Estaba San Antonio de Padua predicando cuando llegó a un pueblo de herejes que no le escuchaban. La inspiración divina le llegó y San Antonio se dirigió a la desembocadura de un río, en el nombre de Dios invocó a los seres de las aguas a oir su prédica y cientos de peces asomaron sus cabezas fuera del mar. Mientras más hablaba de la palabra de Dios, más criaturas de las aguas se reunían frente a él, por lo que la gente de los alrededores se sorprendieron del milagro y todos aquellos herejes del pueblo fueron convertidos.
El buen amigo de San Francisco, San Antonio de Padua, predicaba por Italia cuando se cruzó con herejes que torcieron el rito de la Eucaristía. Tras 3 días de no alimentar a una mula, los herejes querían probar que la hostia sagrada no tenía poder, pero aunque le lanzaron cebada al pobre animal con hambre, la mula se arrodilló ante la hostia sagrada que llevaba San Antonio y sólo se levanto cuando el santo se lo permitió. ¿Un milagro o la prueba de que todos somos iguales ante Dios? Los herejes fueron convertidos.

*Estos relatos fueron publicados de manera individual y por primera vez en el fb de Creatio Perú, un grupo ambiental que busca reconciliar al hombre con la naturaleza.

Escrito por

AleM2287

Bachiller de Ciencias de la Comunicación, activista ambiental y ciclista de corazón, fotógrafo y por tiempos diagramador, blogero y crítico


Publicado en

Vientos verdes

El lado verde de la mula, porque después de todo lo visto en documentales y diarios aún tienes dudas