Es gracioso ver como el hombre a desequilibrado el orden natural por años y sigue sin aprender las consecuencias de hacerlo. Resulta muy sencillo echarle la culpa a otros que aceptar la responsabilidad, de la contaminación, de la falta de planificación, falta de alimentos, etc.

Muchas veces esto se hace con intenciones políticas para ganar el apoyo de la población ignorante, como la política japonesa de decir a los pescadores que la falta de peces es culpa de las ballenas y delfines, no de la sobrepesca que ha causado el aumento de medusas.

Vieja historia

Ya hemos visto en anteriores columnas casos como la matanza de delfines y la persecución de los gatos del Pqe. Kennedy en Perú, otros casos más escandalosos como la caza indiscriminada de la Vicuña, debido al alto costo que alcanza su suave piel. Pero esto se remonta a muchos años atrás em todo el mundo.

Durante la plaga de la edad media, los londinenses inicialmente le echaron la culpa a los gatos de portar la peste negra y los mataron, lo que resultó en el aumento drástico de ratas portadoras de pulgas. Mao Tse-Tung, el famoso ex presidente comunista de China, mandó (en 1958) matar los gorriones que dañaban los cultivos, lo que resultó en el aumento de plagas de insectos que se comían las plantaciones.

Un peligro latente

Es la falta de educación lo que lleva a las personas a aceptar ideas erroneas como verdaderas, ideas que pueden generar daños irreversibles. Hoy en día, el pragmatismo nos ha llevado a pensar que todo tiene solución y que hay problemas sin lógica que solo la ciencia puede resolver. He ahí que saltamos al peligro latente de nuestra generación: la manipulación genética.

No hablamos de revivir especies muertas ni de alterar el ganado y aves de corral. Nos referimos concretamente a la alteración directa de animales como los insectos. Buscar la disminución de zancudos dejándoles estériles o modificar las bacterias del estómago de las termitas para que no coman los muebles de madera es tan peligroso que podría acabar con una de las bases principales de la cadena alimenticia.

¿Por qué se haría algo así? Porque hemos generado que los insectos desarrollen inmunidad a los químicos con los que les matabamos, porque en nuestra soberbia, creemos que nuestra comodidad es más importante y porque somos ignorantes. Esa ignorancia atrevida que nos empuja a creer que el fenómeno del niño (calor) genera la aparición de grillos y langostas que no dejan dormir a la gente ni facilita el turismo en el norte del país. Sólo el tiempo dirá si seguimos cometiendo los mismos errores o si somos capaces de ser más humanos con otros seres vivos.